Rieko vive con su hijo mientras salda la deuda dejada por su difunto marido. La vida es difícil y llevo tres meses atrasado en el pago del alquiler. Su casero, Sagawa, se lo recordaba casi todos los días. Sagawa pone la condición de que si ella se une a él en su pasatiempo, él esperará a que ella pague el alquiler, y Rieko acepta por el bien de su hijo. Sin embargo, esa afición es la esclavitud. Sato fue atado de manera obscena por orden de Sagawa.