Una oficinista visita un salón de masajes para aliviar su fatiga laboral. Un quiropráctico sin escrúpulos es tratado con tal encanto que su sensibilidad explota y se siente bien con sólo que lo toquen. No puedo olvidar ese placer, así que vuelvo a visitar la tienda, tengo relaciones sexuales con ella y termino corriéndome una y otra vez. Aunque sé que no es bueno, no puedo detener el impulso y volverme adicto al placer.